10 junio 2009

COLUMNA DE OPINION

Cryptolaemus m.



Control Biológico de plagas, alternativa al control químico y su relación con la bioseguridad de los alimentos


Por Nelson Rojas V.*




El control biológico de plagas se perfila como una alternativa eficiente al momento de querer producir alimentos libres de pesticidas. Esta estrategia de control encuentra sus peros en un mal manejo de las herramientas biológicas, falta de calidad en los agentes de control, escasa investigación en el área y deficiencia en políticas publicas adecuadas para su desarrollo. Esto sumado a que el rubro del control de plagas agrícolas, en Chile, a diferencia del resto del mundo, está a cargo de ingenieros agrónomos, los que poco saben de la biología de los organismos plaga y menos del rol ecológico que cumplen en los sistemas agrícolas.



Históricamente, desde la revolución verde en las décadas de los años ’60 y ‘70, el uso de pesticidas se posicionó como una de las estrategias más usadas al momento de disminuir el daño a los sistemas de producción. Con el correr de los años, las empresas químicas que desarrollan este tipo de productos, alcanzan mayor presencia en el mercado impulsados por la rápida expansión de la superficie de monocultivos, la que tiene como principal motor el crecimiento explosivo de la población humana la que demanda cada año más alimento.



Los sistemas de cultivo convencional surgen como un modelo reduccionista de producción, caracterizados por cultivar una sola especie en grandes extensiones y por ser reactivos y no preventivos, ante los problemas de fertilización y de control de plagas. Este modelo de producción, con el tiempo se transforma en un sistema claramente insostenible, ya que requiere cada vez más insumos para mantener la calidad de los productos y nos damos cuenta de que causa graves problemas a la salud en los consumidores y trabajadores asociados a estos sistemas de producción.



¿Cuáles son lo problemas que causa el uso intensivo de estrategias de control con pesticidas?



Los problemas son diversos, causados por la residualidad de los productos químicos. Estos son capaces de persistir por mucho tiempo en los alimentos y el ambiente. Así es posible, por ejemplo, encontrar en la cáscara de los tomates -que requieren hasta 15 aplicaciones químicas en cada ciclo productivo- compuestos tóxicos que provocan cáncer y malformaciones fetales y se acumulan en el cuerpo de las personas que consumimos productos que han sido manejados con este tipo de sustancias. También existen estudios que demuestran presencia de estos compuestos en el agua de consumo humano, ya que las fuentes cercanas a los sitios de cultivo son parte de la red de suministro.



Los monocultivos son radicalmente diferentes a los sistemas naturales, los que atribuyen su estabilidad a su carácter biodiverso y autorregulado, lo que no se da en los sistemas convencionales de producción. La tendencia actual es a aplicar principios ecológicos a estos sistemas de producción garantizando así un bajo impacto negativo en el ambiente y asegurando la inocuidad de los alimentos.



Actualmente en nuestro país y el mundo entero existe una fuerte motivación por utilizar sistemas limpios de

producción agrícola, que requieran bajos insumos. Esto se ve reflejado en el esfuerzo de muchas personas por desarrollar este tipo de tecnologías y transferirlas a los productores agrícolas, ejemplos claros de esto son el Centro de Transferencia para la Agricultura Orgánica de la Región de Valparaíso, proyecto financiado por INNOVA CHILE de CORFO en conjunto con la I. Municipalidad de Quillota. Esta iniciativa busca apoyar a todos los pequeños productores de nuestra comuna y la región a utilizar estrategias limpias de producción. En conjunto con estas iniciativas se perfilan diversas empresas de producción de agentes de biocontrol que creen fehacientemente en el crecimiento de este mercado.



El desarrollo de estas estrategias aún es incipiente, las condiciones políticas para su crecimiento recién se adecuan, lamentablemente el proceso es lento y existen grandes obstáculos que superar por parte de instituciones de gobierno como el SAG, entre otras. Los registros y certificación para este tipo de productos ingresan al mismo proceso que los productos químicos, debiendo entregar antecedentes y ensayos que no corresponden al carácter biológico de estos agentes de control, con un alto costo ($40MM aprox. por el registro de un producto), lo que va en desmedro del desarrollo de la industria la que ha comenzado con la participación de pequeñas empresas que presentan muchas dificultades de financiamiento por este y otros motivos relacionados.



Afortunadamente el poder garantizar la bioseguridad alimentaria con el uso de estrategias limpias de producción encuentra cada vez mas espacio para su desarrollo, eventos como el Segundo Simposio de Control Biológico de Chile, Cambios y Oportunidades, organizado por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria de Chillán (INIA Quilamapu) y su Centro de Transferencia de Control Biológico hacen converger y generan discusión entre la gran mayoría de los investigadores y las empresas relacionadas al tema, también compartir experiencia con pares internacionales de Europa, America del Norte y Latinoamérica, los que presentan una historia similar en el proceso de desarrollo de estas estrategias, pero con un avance claramente mayor.



En Quillota, el 2 de Junio de 2009 se realizó un encuentro organizado por la secretaría de Agricultura, en el que se capacitó a 200 asistentes, entre productores y profesionales vinculados con el área en temas legales y estratégicos para el desarrollo del sector. Estas iniciativas son relevantes, pero es necesario aumentar la frecuencia y los puntos de encuentro de los todos los actores para acelerar la conversión de los sistemas convencionales de producción. Ya todos saben los beneficios de la certificación orgánica, agrega un valor significativo a los productos, pero aún falta investigación, sobre todo en el área fertilización y control de plagas, para así lograr un quiebre en el paradigma de cómo hacemos agricultura en nuestro país.



Seguir envenenando nuestro ambiente y nuestro cuerpo es claramente insostenible.




*Biólogo y Asesor Científico de la Oficina de Desarrollo Económico Municipal de Quillota

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